Colección presentada el 30 de septiembre de 2019
Fotografía de Jack Robinson (The Jack Robinson Archive, LLC, www.robinsonarchive.com.)
Paule Marshall fue una escritora en calma
No, eso no es del todo correcto. Ella fue una fuerza en calma. Su magisterio residió en la construcción de una narración, de un escenario, un personaje y una trama, palabra a palabra, cuidadosamente seleccionadas. No fue una escritora de brillos, pero su ficción era destellante. Y el poder de sacudirte mientras lees, llegando a tu interior y retorciéndote, halándote hacia fuera, a veces con pequeñas detonaciones en el camino, pero siempre deshaciendo las barreras que habías levantado entre ti y lo que creías que ya no tenía la capacidad de tocarte.
O tal vez sólo fue así para mí, y para mujeres como yo, quien necesariamente había construido esas barreras para sobrevivir en “este país de hombres.” Llegué a la obra de Marshall relativamente tarde, en mi segundo año de licenciatura, cuando leí Brown Girl, Brownstones y Praisesong for the Widow en una clase de escritoras negras. Los personajes femeninos de estas novelas -como Silla, Selina e incluso Suggie en Brown Girl, Brownstones; y Avey, su abuela y sus hijas en Praisesong for the Widow- eran mujeres de mi mundo. Aunque Selina habría sido sin duda la que más me hubiera hablado diez años antes, fueron las difíciles decisiones a las que se enfrentaron Silla y Avey las que me desvelaron mientras leía. Las novelas eran a la vez un bálsamo (¡Mira! ¡Esa soy yo!) y una advertencia funesta (ohhh… esa soy yo…). Silla era mi madre y ella era yo; Avey era la persona en la que me estaba convirtiendo cuando empecé a tomar las decisiones que Silla se esforzó tanto por dar a sus hijas, cuando empecé a elegir la vida que tantas mujeres inmigrantes negras también habían luchado por manifestar.
Las mujeres negras inmigrantes, las mujeres negras caribeñas, eran el fuerte de Marshall; tanto si, como Silla, hacían el viaje por sí mismas o, como Selina, eran perseguidas por el resto de sus padres. Marshall nunca tuvo reparos en reivindicar a estas mujeres como su tema principal. En su ensayo «Black Immigrant Women in Brown Girl, Brownstones” declara:
A pesar de su insularidad, sus miedos y su materialismo equivocado, eran mujeres con una fuerza, una autoridad y un estilo impresionantes. Desgraciadamente, por ser mujeres, y además negras, este país nunca consideró oportuno reconocer su presencia ni su valía, ni aprovechar plenamente el tremendo recurso humano que representaban.1
Marshall estaba decidida a dar espacio a estas mujeres en su ficción. A crear un espacio para ellas en los diversos cánones literarios en los que fue admitida, a veces a regañadientes, a veces tardíamente. Y quizás Mary Helen Washington tenga razón cuando dice de Brown Girl, Brownstones: «Si se hubiera publicado en 1979, en lugar de 1959, habría sido una Toni Morrison. Exploró la conciencia de la mujer negra y rompió las convenciones. Era demasiado pronto. Siempre ha estado a un lado de ser una escritora famosa y de éxito»2. Pero hay algo más en la forma en que Marshall ha sido infravalorada. No ha sido sólo el momento, aunque también. Y no ha sido sólo por su negritud y su condición de mujer, aunque también han sido claves. Fue también su insistencia en abordar la triple invisibilidad de estas mujeres -negra, mujer e inmigrante- lo que hizo que Marshall fuera tan difícil de categorizar. Como le dijo a Jacqueline Trescott en 1991: «El hecho de que sea afroamericana y antillana. Algunos me han acusado de no ser ni pez ni ave. A veces he sido reclamada a gritos por ambos grupos y, a veces, he sido rechazada a gritos.»3 Su última gran publicación, las memorias de 2009, Triangular Road, muestran a Marshall reivindicando definitivamente su «yo tripartito», contando su propia historia tras décadas de dejar que sus personajes hablaran (y hablaran y hablaran) de las intersecciones entre la negritud, la feminidad y la caribeñidad en Estados Unidos.
Los editores de Anthurium reeditan este número especial para reivindicar a Paule Marshall, para conmemorar la amplitud y profundidad de su obra, el valor mismo de ella como escritora y profesora. A pesar de la actualidad de su título – «La obra de Paule Marshall hoy»-, este número especial de primavera de 2017, ha sido concebido para hablar de la importancia y la influencia de Marshall a través del tiempo. La introducción y el índice ofrecen una visión general del contenido, así que no lo repetiré aquí. Baste decir que la anticipación y la recepción del número han sido motivadoras y gratificantes, y que todos nos sentimos orgullosos del trabajo que hemos realizado para honrar así a Marshall en vida. Esperamos que este número revele que, aunque se haya unido a los ancestros, la voz de Marshall, al igual que las voces que dio a las mujeres negras del Caribe, permanece, exigiendo que reconozcamos su arte innato, su sacrificio voluntario, su presencia y su derecho a abrirse camino a su manera.